En 120 horas, Felipe Calderón deja la banda presidencial
para convertirse en un ciudadano mexicano,
será ex presidente de México y probablemente director de alguna
universidad extranjera mientras que llegará Enrique Peña Nieto a asumir el
poder y ser titular del Ejecutivo Federal.
La desestabilidad política y social que mantiene en vilo al país
se le debe mucho a las irregularidades existentes, más aparte, la ideología de
Andrés Manuel López, quien insistía que las elecciones fueron compradas –como si
él no desconociera la política- y por lo tanto Peña Nieto es un presidente comprado
por Monex y Soriana.
El primero de Diciembre, Enrique Peña Nieto será el nuevo
presidente de México, y con él llegará un nuevo cambio y rumbo de país. Un
Estadista no debe pensar en corto plazo, sino mirar los nuevos proyectos que le
competan al país. Su gabinete estará con políticos viejos pero con el
compromiso de transformar la política interna y externa, la economía y la
estabilidad que se ha mantenido en los últimos años.
Sin embargo, los retos no son –ni serán- para Enrique
Peña Nieto, sino para todos los poderes involucrados. Somos una federación,
compuesta por 31 estados y un Distrito Federal. El Legislativo y Judicial, tienen
y deben asumir un papel institucional. Las reformas que necesita el país siguen
pendientes, hay avances pero no son los buscados ni los más necesarios.
Y es que México necesita cambios, muchos para ser un país
competitivo. Dejemos a los clásicos en paz y que sean motivo de consulta, no de
práctica. El mundo cambia, México no y eso, es el freno por el cual caemos. En
materia hacendaria, fiscal, monetaria, social, extranjera, migratoria. Muchos
temas pendientes que los políticos deben enfrentar, contribuir por el país.
Enrique Peña Nieto no debe ser un problema para gobernar,
la clase política sí. El poder ya no es presidencial, es parlamentario. Ese es
el gran reto de Peña Nieto, poder gobernar con alianzas, con propuestas, con
dialogo, en resumen, con la política por delante…